Una carta en la mesa y un buen montón de monedas sobre ésta. Estás deseando cogerlas, pero confías en que, si pasas, tus ganancias serán mayores. Sin embargo, tienes miedo de que tu contrincante se te adelante. Le miras a la cara y detectas un ligero tic en su ojo izquierdo. Sonríes para tus adentros y, con fingido desinterés, pronuncias: "¡No, Gracias!". ¿Juegas acaso una partida de póquer rodeado de inquietantes forajidos? ¡Qué va! El Salvaje Oeste es Disneylandia en comparación.
El mecanismo de ¡No Gracias! es bien sencillo. Cada turno habrá una carta en mitad de la mesa con un número entre el 3 y el 35. Ese número indica la cantidad de puntos negativos que se llevará aquel que la coja. Evidentemente, nadie estará ansioso por hacerlo. Pero para poder pasar no basta con un educado: ¡No Gracias!, deberás pagar una moneda.
Si varios jugadores pasan, el montón de monedas sobre la carta crecerá y, con él, la tentación de llevársela. Porque las monedas son puntos positivos y además un bien escaso. Y querrás tener unas cuantas a mano cuando la carta a rechazar sea realmente mala.
Pero no todo es tan sencillo. Las cosas se ponen interesantes cuando aparece una carta que te permite formar una secuencia y, con ello, reducir la cantidad de puntos negativos a recibir. ¿Dejarás pasar otra ronda para que suba el bote o cogerás la carta antes de que otro se te adelante?
Si quieres ganar, al igual que cualquier buen jugador de póquer, deberás sopesar detenidamente los riesgos y ser capaz de marcarte algún que otro farol. Distrae a tus amigos de tus verdaderas intenciones con un rotundo: ¡No Gracias!
Un juego creado por Thorsten Gimmler.
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